Infieles

Mis prácticas solitarias
Tus caderas comenzaban a formarse, tus pechos empezaban a llenar las copas de tu sostén, el interés por los chicos crecía contigo y un instinto natural te llevaba a investigar tu cuerpo, a buscar en él sensaciones nuevas y así descubrir nuevas maneras de brindarte placer. Tus dedos, tus manos y algún objeto al paso fueron los colaboradores para que esos momentos se volvieran inolvidables, mágicos y exquisitamente placenteros. Era natural, estabas creciendo y comenzabas a descubrir tu sexualidad. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos comienzos, en que el silencio lo rompías con los gemidos de las sensaciones que tú misma te provocabas y cuando la única responsable de tus orgasmos eras vos misma...
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