Una estudiante... de rodillas, mamando
Él se la refrega por las mejillas, con el glande le humedece los labios, las comisuras, la pera y el cabello. Ella no se banca semejante calentura y la aferra entre sus manos, se la mete en la boca y la mama sin asco. Una desesperación que despertarán en él una calentura inaguantable... que la dejará feliz, con el rostro bañado en semen.
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