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Saber que estabas lejos de tu ciudad donde nadie te conocía, que tenías un lugar sólo para vos y que allí podrías cumplir aquella fantasía que daba vueltas en tu cabeza desde hacía tiempo te mantenía en un estado de excitación constante. En esos momentos de necesidad sexual extrema buscabas la estrategia que te permita dar con el amante perfecto, otro hombre que se entregue a tus deseos y por sobre todas las cosas que sepa mantener los encuentros en secreto. Aunque no te considerabas homosexual, sabías que tu heterosexualidad gozaba de derechos de sentir los placeres que pudiera brindarte otro miembro masculino. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en los cuales un departamento de estudiante, el baño de la universidad o algún café al paso fueron testigos mudos de calientes prácticas sexuales que compartiste... con otro hombre. |
Saber que estabas lejos de tu ciudad donde nadie te conocía, que tenías un lugar sólo para vos y que allí podrías cumplir aquella fantasía que daba vueltas en tu cabeza desde hacía tiempo te mantenía en un estado de excitación constante. En esos momentos de necesidad sexual extrema buscabas la estrategia que te permita dar con la amante perfecta, otra mujer que se entregue a tus deseos y por sobre todas las cosas que sepa mantener los encuentros en secreto. Aunque no te considerabas homosexual, sabías que tu heterosexualidad gozaba de derechos de sentir los placeres que pudiera brindarte otro cuerpo femenino. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en los cuales un departamento de estudiante, el baño de la universidad o algún café al paso fueron testigos mudos de calientes prácticas sexuales que compartiste... con otra mujer. |
Desde el día que se presentó como tu profesora te deslumbró con su belleza, su cuerpo empezó a volverse exquisitamente irresistible y notaste en el trato contigo un interés especial. Te volviste un estratega de la conquista, buscaste la oportunidad de verla fuera del ámbito de la universidad y con mucho esmero lo lograste. Encontraste la excusa perfecta casi sin esfuerzo, lograste llevarla a un sitio donde estar más tranquilos y sin tener que desplegar demasiada habilidad pronto se fundían entre besos. Ya sólo quedaba dejarse llevar por el deseo, intensificar el roce de los cuerpos para incrementar la excitación y disfrutar de una escandalosa relación sexual, tan deseada durante tanto tiempo. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en que tú y tu profesora dejaron de lado por unas horas la educación para entregarse al más intenso placer sexual, convirtiendo cada orgasmo suyo en un grito y cada encuentro en un 10. |
Desde el día que se presentó como tu profesor te deslumbró con su seguridad, su sola presencia empezó a volverte totalmente loca y notaste en el trato contigo un interés especial. Te volviste una estratega de la conquista, buscaste la oportunidad de verlo fuera del ámbito de la universidad y sin mucho esmero lo lograste. Encontraste la excusa perfecta casi sin esfuerzo, lograste llevarlo a un sitio donde estar más tranquilos y sin tener que desplegar demasiada habilidad pronto se fundían entre besos. Ya sólo quedaba dejarse llevar por el deseo, intensificar el roce de los cuerpos para incrementar la excitación y disfrutar de una escandalosa relación sexual, tan deseada durante tanto tiempo. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en que tú y tu profesor dejaron de lado por unas horas la educación para entregarse al más intenso placer sexual, convirtiendo cada gemido tuyo en un grito y cada encuentro en un 10. |



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Saber que estabas lejos de tu ciudad donde nadie te conocía, que tenías un lugar sólo para vos y que allí podrías cumplir aquella fantasía que daba vueltas en tu cabeza desde hacía tiempo te mantenía en un estado de excitación constante. En esos momentos de necesidad sexual extrema buscabas la estrategia que te permita dar con el amante perfecto, otro hombre que se entregue a tus deseos y por sobre todas las cosas que sepa mantener los encuentros en secreto. Aunque no te considerabas homosexual, sabías que tu heterosexualidad gozaba de derechos de sentir los placeres que pudiera brindarte otro miembro masculino. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en los cuales un departamento de estudiante, el baño de la universidad o algún café al paso fueron testigos mudos de calientes prácticas sexuales que compartiste... con otro hombre.
Saber que estabas lejos de tu ciudad donde nadie te conocía, que tenías un lugar sólo para vos y que allí podrías cumplir aquella fantasía que daba vueltas en tu cabeza desde hacía tiempo te mantenía en un estado de excitación constante. En esos momentos de necesidad sexual extrema buscabas la estrategia que te permita dar con la amante perfecta, otra mujer que se entregue a tus deseos y por sobre todas las cosas que sepa mantener los encuentros en secreto. Aunque no te considerabas homosexual, sabías que tu heterosexualidad gozaba de derechos de sentir los placeres que pudiera brindarte otro cuerpo femenino. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en los cuales un departamento de estudiante, el baño de la universidad o algún café al paso fueron testigos mudos de calientes prácticas sexuales que compartiste... con otra mujer.
Desde el día que se presentó como tu profesora te deslumbró con su belleza, su cuerpo empezó a volverse exquisitamente irresistible y notaste en el trato contigo un interés especial. Te volviste un estratega de la conquista, buscaste la oportunidad de verla fuera del ámbito de la universidad y con mucho esmero lo lograste. Encontraste la excusa perfecta casi sin esfuerzo, lograste llevarla a un sitio donde estar más tranquilos y sin tener que desplegar demasiada habilidad pronto se fundían entre besos. Ya sólo quedaba dejarse llevar por el deseo, intensificar el roce de los cuerpos para incrementar la excitación y disfrutar de una escandalosa relación sexual, tan deseada durante tanto tiempo. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en que tú y tu profesora dejaron de lado por unas horas la educación para entregarse al más intenso placer sexual, convirtiendo cada orgasmo suyo en un grito y cada encuentro en un 10.
Desde el día que se presentó como tu profesor te deslumbró con su seguridad, su sola presencia empezó a volverte totalmente loca y notaste en el trato contigo un interés especial. Te volviste una estratega de la conquista, buscaste la oportunidad de verlo fuera del ámbito de la universidad y sin mucho esmero lo lograste. Encontraste la excusa perfecta casi sin esfuerzo, lograste llevarlo a un sitio donde estar más tranquilos y sin tener que desplegar demasiada habilidad pronto se fundían entre besos. Ya sólo quedaba dejarse llevar por el deseo, intensificar el roce de los cuerpos para incrementar la excitación y disfrutar de una escandalosa relación sexual, tan deseada durante tanto tiempo. Te invitamos a contarnos como fueron aquellos momentos, en que tú y tu profesor dejaron de lado por unas horas la educación para entregarse al más intenso placer sexual, convirtiendo cada gemido tuyo en un grito y cada encuentro en un 10.


















