Gemidos, engaños y jacuzzis, en un catálogo de historias de hotel
28/06/14
Fuente: clarin.com
Una página de Facebook reúne las anécdotas de miles de usuarios en la previa del amor.
El grupo se creó hace dos meses y ya está por llegar a los 230.000 “me gusta” y a los 15.000 seguidores en Twitter. Su filosofía es simple: “ Porque todos tenemos anécdotas de telo. Algunas nos enorgullecen. Otras, no tanto. Compartí la tuya ”.
“Me paré en la cama y le hice un streaptease sensual, hasta que me di la mano con el ventilador de techo prendido. Terminé en un hospital con los dedos entablillados”, dice uno. “Fui con un sordo y la radio le provocaba acople en el audífono”, cuenta otra. “Fuimos a un telo con habitaciones temáticas. El preguntó si tenían disponible ‘la de ovnis’. Estaba ocupada y se puso de mal humor. Así y todo me lo cogí”, confiesa otra. “Fuimos a un telo que estaba en obra. En la mitad del fragor de la batalla mis gritos eran tales que el albañil nos golpeó la puerta y nos dijo: ‘Pará loco, la vas a matar”.
“Hay muchísima gente resbalándose en el jacuzzi. Y rebalsándolo. Siete de cada 10 historias de jacuzzi son sobre cómo se olvidaron que estaba prendido y, acto seguido, las mucamas están golpeándoles la puerta a ver si siguen vivos porque el agua ya pasó la puerta y están inundando el pasillo. Si Greenpeace quisiera iniciar una campaña por el uso responsable del agua deberían empezar por los telos”, dice su creador, el escritor Sebastián Defeo. “Mi preferida es la del pibe que fue con una mina grande, casada, y ella le dijo: ‘Hacémelo bien, pendejo y te compro golosinas’ y a la salida le compró alfajores. Infidelidades es, además, una carta repetida. Sabía que iba a haber, pero no tanto. La cantidad de gente que habla con sus parejas mientras la están engañando es mucho mayor de lo que uno se imaginaría. Y cortesía del plantel femenino, hay muchas, muchísimas, críticas a tamaños, desempeño y duración. Muchísimas. Casi que me trauma. Bueno, está bien, me trauma”, se ríe.
Es que es cierto, de esas todos tenemos alguna: “No acabé porque no podía dejar de pensar que él tenía más tetas que yo”, dice una. “Fui con mi jefe: el 45, yo 21. Hotel lujosísimo. Sushi con champagne. Nunca se le paró”, pone otra. Y no sólo eso: quién paga cuando no hay tanta confianza es otro gran tema. Y dice así: “El flaco me dice ‘negri ¿vamos miti-miti? Le digo que sí y me sigo vistiendo. Me dice: ‘Bueno, dame tu parte ahora así no quedo como una laucha con el que cobra”.
Fuente: clarin.com
Una página de Facebook reúne las anécdotas de miles de usuarios en la previa del amor.
El grupo se creó hace dos meses y ya está por llegar a los 230.000 “me gusta” y a los 15.000 seguidores en Twitter. Su filosofía es simple: “ Porque todos tenemos anécdotas de telo. Algunas nos enorgullecen. Otras, no tanto. Compartí la tuya ”.
“Me paré en la cama y le hice un streaptease sensual, hasta que me di la mano con el ventilador de techo prendido. Terminé en un hospital con los dedos entablillados”, dice uno. “Fui con un sordo y la radio le provocaba acople en el audífono”, cuenta otra. “Fuimos a un telo con habitaciones temáticas. El preguntó si tenían disponible ‘la de ovnis’. Estaba ocupada y se puso de mal humor. Así y todo me lo cogí”, confiesa otra. “Fuimos a un telo que estaba en obra. En la mitad del fragor de la batalla mis gritos eran tales que el albañil nos golpeó la puerta y nos dijo: ‘Pará loco, la vas a matar”.
“Hay muchísima gente resbalándose en el jacuzzi. Y rebalsándolo. Siete de cada 10 historias de jacuzzi son sobre cómo se olvidaron que estaba prendido y, acto seguido, las mucamas están golpeándoles la puerta a ver si siguen vivos porque el agua ya pasó la puerta y están inundando el pasillo. Si Greenpeace quisiera iniciar una campaña por el uso responsable del agua deberían empezar por los telos”, dice su creador, el escritor Sebastián Defeo. “Mi preferida es la del pibe que fue con una mina grande, casada, y ella le dijo: ‘Hacémelo bien, pendejo y te compro golosinas’ y a la salida le compró alfajores. Infidelidades es, además, una carta repetida. Sabía que iba a haber, pero no tanto. La cantidad de gente que habla con sus parejas mientras la están engañando es mucho mayor de lo que uno se imaginaría. Y cortesía del plantel femenino, hay muchas, muchísimas, críticas a tamaños, desempeño y duración. Muchísimas. Casi que me trauma. Bueno, está bien, me trauma”, se ríe.
Es que es cierto, de esas todos tenemos alguna: “No acabé porque no podía dejar de pensar que él tenía más tetas que yo”, dice una. “Fui con mi jefe: el 45, yo 21. Hotel lujosísimo. Sushi con champagne. Nunca se le paró”, pone otra. Y no sólo eso: quién paga cuando no hay tanta confianza es otro gran tema. Y dice así: “El flaco me dice ‘negri ¿vamos miti-miti? Le digo que sí y me sigo vistiendo. Me dice: ‘Bueno, dame tu parte ahora así no quedo como una laucha con el que cobra”.
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